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Medidas preventivas, control y erradicación de la disentería porcina

Pedro Rubio Nistal, Ana Carvajal y Héctor Argüello

Grupo de Investigación Digesporc. Facultad de Veterinaria de la Universidad de León.

Medidas preventivas para B. hyodysenteriae

La primera medida preventiva contra la disentería porcina es evitar que llegue a las granjas libres mediante la implantación medidas de bioseguridad adecuadas. Brachyspira hyodysenteriae se transmite exclusivamente a través de las heces, pero se mantiene viable durante mucho tiempo en ellas y eso favorece su transmisión. La forma más sencilla de llegada a una granja libre es con cerdos portadores, que pueden ser asintomáticos y es  fundamental tener una garantía absoluta de que cualquier cerdo que llegue a la granja, los que serán futuros reproductores, procedan de granjas libres.

Otra forma de transmisión es a través de fómites u objetos inanimados contaminados con heces, como el calzado, la ropa, etc. pero fundamentalmente camiones y camioneros que hayan trasportado anteriormente cerdos infectados o que hayan estado en granjas infectadas. La limpieza y desinfección habitual de los camiones de cerdos puede no ser suficiente para eliminar la bacteria. La presencia de materia orgánica y humedad unidas a bajas temperaturas son condiciones idóneas para la supervivencia de B. hyodysenteriae. Por ello, los nuevos  sistemas de desinfección en caliente con secado de los camiones son más eficaces. Del mismo modo hay desinfectantes más eficaces que otros en presencia de materia orgánica, siendo los de elección en camiones potencialmente contaminados.

La incidencia de la disentería está aumentando notablemente desde hace años y por ello, son especialmente importantes las medidas de bioseguridad en las granjas situadas en zonas de alta densidad en las que hay otras granjas infectadas. Por otro lado, cada vez están apareciendo más infecciones en granjas grandes con muy buenas condiciones de bioseguridad en las que ha sido imposible determinar el origen. Por tanto, hay que considerar que el más mínimo resto de heces contaminado puede infectar una granja.

Figura 1. Los arcos de desinfección de camiones son una medida de bioseguridad que protege de la entrada de patógenos desde fuera de las explotaciones.

Las aves peridomésticas (gorriones, estorninos, urracas, etc.) no son vectores biológicos de la espiroqueta, pero pueden transportar pasivamente heces contaminadas desde una granja infectada hasta las granjas próximas. Por el contrario, los roedores, ratas y ratones, se infectan y eliminan B. hyodysenteriae en las heces, contribuyendo al mantenimiento de la infección en granjas afectadas o, incluso, a su diseminación hacia otras.

Una vez infectada una granja, también es muy importante extremar la bioseguridad interna o biocontención para tratar de evitar la difusión de unas naves a otras. El calzado, la ropa, los utensilios, etc. han de ser diferentes para trabajar en las naves infectadas y en las naves sanas y deben hacerse primero los trabajos en las instalaciones limpias para después pasar a las infectadas. No obstante, es difícil mantener durante mucho tiempo unas medidas de biocontención suficientes como para evitar la diseminación. Por otra parte, los ratones actuando como vectores biológicos pueden llevar la infección de unas naves a otras.

 

Figura 2. La desinfección del calzado y el uso de calzado específico para cada nave es una de bioseguridad importante para evitar la entrada de patógenos como para evitar su difusión.

El control de la disentería porcina

El tratamiento antibiótico de la disentería es cada día más problemático. Por una parte están las restricciones crecientes al uso de antibióticos y por otra cada vez más cepas de B. hyodysenteriae de las que aislamos en España presentan resistencias a uno o a varios antibióticos de los usados habitualmente y hemos encontrado ya alguna cepa resistente a todos ellos.

Las restricciones al uso profiláctico o metafiláctico de antibióticos también son un problema para el control de la disentería puesto que es una enfermedad que afecta a un porcentaje muy alto de los cerdos en los lotes afectados. Esto dificulta su control mediante inyección intramuscular, que además tiene el problema de que puede favorecer la difusión mediante el calzado y la ropa de los operarios que pasan de unos corrales a otros. Los tratamientos en pienso pueden tener una eficacia escasa porque los cerdos más afectados tienen una anorexia marcada y consumen menos pienso del necesario para recibir una dosis eficaz, por lo que es más adecuado el tratamiento en el agua. Los tratamientos en todos los casos deben ser suficientemente largos, generalmente no menos de 10-14 días.

Otra medida de control es el uso de autovacunas. Tenemos experiencia de muchos años en el  uso de autovacunas preparadas con una cepa aislada en cada granja, y cuando son fabricadas  y aplicadas correctamente son una herramienta de control muy eficaz en las granjas infectadas y consiguen reducir considerablemente los efectos económicos de la disentería, especialmente cuando se combinan con los tratamientos antibióticos adecuados a cada caso. Aunque hasta ahora no hay procedimientos de laboratorio fiables al 100 % para confirmar que una granja está libre de disentería, en algunos casos y al cabo del tiempo ha sido posible dejar de utilizar la autovacuna sin que reaparezca cuadro clínico.

Erradicación de la disentería porcina

La erradicación de la disentería es difícil.  Los programas de erradicación con más posibilidades de éxito son los que combinan un tratamiento antibiótico adecuado a cada cepa con una despoblación parcial de la granja. Los sistemas de producción en fases facilitan esta despoblación. Todo ello debe ir combinado con unas medidas de biocontención adecuadas para no llevar de nuevo la espiroqueta a las áreas de la granja limpias y es importante una muy buena formación previa del personal en todos los aspectos relacionados con el programa de erradicación. Los descuidos del personal pueden ser una de las principales causas de fallo de estos programas.

En general, es preciso despoblar el destete y el cebo, en caso de que estén en la granja,y hacer un tratamiento antibiótico suficientemente largo en las cerdas reproductoras. Las autovacunas también son una herramienta de apoyo en los programas de erradicación puesto que elevan el nivel inmunitario de las reproductoras de la granja, dificultan la infección y eliminan o disminuyen la duración y la cantidad de espiroquetas excretadas. Evidentemente, la despoblación debe ir seguida de una limpieza minuciosa de las naves y también de las fosas de purín eliminando toda la materia orgánica y aplicando después una desinfección exhaustiva. Se recomienda repetir estos procesos una vez que se hayan secado perfectamente las instalaciones limpias y desinfectadas por primera vez. Cuanto más larga sea la despoblación, más posibilidades hay de que la espiroqueta desaparezca de las instalaciones y de nuevo debemos recordar que hay desinfectantes más adecuados que otros. Es mejor abordar la erradicación en verano cuando las temperaturas son más elevadas y la humedad es más baja, esto facilita la inactivación de la bacteria en las instalaciones. 

Una cuestión que no debe olvidarse al intentar la erradicación es el control de la población de roedores. Especialmente los ratones son vectores biológicos que pueden mantener la espiroqueta meses y hacer fracasar la erradicación. Por ello es fundamental aplicar un programa enérgico de desratización combinado con las medidas de limpieza, retirada de residuos y basura, etc. tanto en el interior como en el exterior de la explotación que dificulten la permanencia de los roedores y tapar los agujeros por donde se desplazan. También es preciso hacer un tratamiento insecticida que elimine las moscas y cucarachas y revisar las telas pajareras para evitar la entrada de aves.

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